Con los mismos argumentos del “progreso” y “desarrollo” del PRI y el PAN, el gobierno obradorista ha encabezado el despojo y la destrucción de territorios indígenas en el sur-sureste mexicano.
Ante restricciones ambientales en EUA, empresas chinas, canadienses y estadounidenses promueven red de gasoductos en México. La energía fósil a bajo costo, extraído con fracking en EUA, aumenta los riesgos en el Golfo de México y comunidades del sureste.
La nueva colonización interna: organizaciones, comunidades, pueblos y barrios del Sur/sureste mexicano denuncian reordenamiento territorial a favor de grandes capitales nacionales y transnacionales.
Denuncian la imposición de 12 parques industriales en territorios indígenas del Istmo de Tehuantepec como parte del Corredor Interoceánico. Reconfiguración y transformación del paisaje amenaza comunidades ancestrales.
Continúa la destrucción con mando militar en el megaproyecto interconectado “Tren Maya – Corredor Interoceánico”. Se suman hoteles militares en Áreas Naturales Protegidas mientras desplazamientos, violencia y crimen organizado van al alza.